lunes, 6 de septiembre de 2010

Diario de a bordo (2). Santorini



Es nuestro primer amanecer en el barco. Lo ha hecho muy temprano, pero ya estaba despierto cuando salieron los primeros rayos de sol sobre las montañas de Santorini. El Mediterráneo estaba gris, pero cuando el sol ha ganado altura se ha tornado tan azul que parecía violeta.

Cuando hemos fondeado frente a Thira, capital de Santorini, la isla nos ha parecido de ensueño. La explosión del volcán en el siglo XVI a.C. le dio la imagen que vemos en la actualidad: una isla con forma de media luna en cuya parte interior emergen pequeñas islas. Las dos poblaciones más importantes, Thira y Oia, se encuentran en lo alto de la isla, sobre los vertiginosos acantilados que dejó el volcán al erupcionar.

Hemos desembarcado en unas lanchas ligeras y, tras subir en el funicular, hemos tomado el bus para Oia. La visita ha sido una experiencia maravillosa. Cúpulas azules sobre casa blancas, fachadas de colores sobre el cielo azul, terrazas con vistas a los acantilados, calles estrechas cubiertas de buganvillas de intensos colores, tiendas de artesanía llenas de encanto y originalidad. Tengo que reconocer que ha superado todas nuestras expectativas. Por mis amigas, Nina y Olga sabía que la isla era de ensueño. Ahora, puedo afirmar con ellas, que son el paraíso del Egeo. Tras el paseo por Oia hemos vuelto a Thira donde hemos visitado la Catedral dedicada a San Juan Bautista y, tras encender dos velitas, una por Ana y otra por Daniel y Mamen, hemos vuelto al barco.

Escribo esta entrada mientras el barco deja atrás las islas de Santorini. Ha puesto rumbo a Rodas. Llegaremos mañana al amanecer. Estoy feliz. Navegar me relaja. El mar es buen amigo.

Hasta la próxima, suerte y bendiciones.

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