Cuando hace cuatro años, la crisis empezó a golpear a miles de personas y familias, muchos pensaron que ésta pasaría pronto y que no les tocaría a ellos. Sin embargo, lejos de ser una situación pasajera, la crisis se ha ido agudizando mes tras mes, año tras año, y, según los últimos análisis de unos y de otros, vamos a permanecer así o incluso peor, durante un largo tiempo .
La crisis o más bien sus consecuencias, han empezado a sentirse en nuestro entorno más cercano. Las cifras, antes impersonales, ahora tienen nombre y rostro. Tu hermano o tu hijo han recibido un NO cuando han ido a pedir la hipoteca para comprar su piso, a tu madre o tu sobrino no le han renovado el contrato y vuelven a estar en paro una vez más, a tu vecino lo acaban de embargar y tendrá que dejar la casa que tanto le costó conseguir... Ya no son cifras anónimas, son personas como tú o como yo a los que la crisis les está dejando sin nada. Es cierto que quedarse sin nada material es una tragedia y verse abocado a pedir ayuda cuando uno antes era suficiente y autónomo es muy duro y muy difícil. Pasar de tener trabajo y la vida resuelta a encontrarse en la cola de los Servicios Sociales o en la puerta de Cáritas solicitando ayuda para pagar la hipoteca o alimentos para la familia es una tragedia que muchos no superan, pero, tristemente, es la única salida que les está quedando a muchas personas y familias de este país.
Sin embargo, además de triturar literalmente a muchos, la crisis está dejando sin esperanza a casi todos y, sin esperanza, la crisis ha ganado la batalla. En la lucha contra la crisis, además de solidarizarnos con los que sufren sus consecuencias, hemos de permanecer firmes en la esperanza de que podemos hacer algo más que lamentarnos. Pandora dejó escapar mal tras mal antes de dejar ver la esperanza al fondo de su caja. La caja de la crisis está tiñéndolo todo de un color gris cenizo que empieza a calar tan hondo en nuestras almas que todo se está volviendo muy triste. Pero no podemos cejar, si perdemos la esperanza estamos más que perdidos.
Al fondo de la caja, la esperanza aguarda a que renovemos nuestra fe en ella y nos pongamos de nuevo en camino para seguir adelante. Hay que seguir creyendo que podemos hacer algo más para que nuestra vida tome un rumbo nuevo y que, si hay que pedir ayuda se pide, y que si nos la piden a nosotros, tenemos que darla, incluso debemos ofrecerla antes que nos la pidan. Solo pidiendo y dando podremos seguir hacia adelante.
No cejemos, resistamos, no le demos a la crisis la satisfacción de vernos vencidos. Resistir en la esperanza de que esto cambiará y saldremos adelante.
Hasta la próxima, suerte y bendiciones.
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