viernes, 29 de julio de 2011

Views of London...


En mi última entrada os decía que, además de las maletas, a los viajes también llevamos amigos en el corazón. Bueno, tengo que decir que, a las maletas y los amigos, hay que añadir una cámara de fotos al hombro. Tengo que reconocer que dejar constancia de nuestras idas y venidas por "esos mundos de Dios", aunque de forma moderada y no compulsiva, es un clásico irrenunciable.

No alargo esta entrada con palabras. Si queréis ver algunas fotos de nuestra estancia en Londres podéis pinchar aquí: Views of London.

Untill next time, luck and blessings...

PD: En la foto, periodistas gráficos cubriendo la comparecencia de James Cameron en el Parlamento por el caso Murdoch.

miércoles, 27 de julio de 2011

Amigos en San Martin in the Fields

Cuando viajamos, no solo llevamos maletas, también llevamos a nuestros amigos en el corazón y, de alguna manera o de otra, se hacen presentes en alguno de los lugares que visitamos.
Tenía claro qué quería ver en Londres. No podía dejar de contemplar la Abadía de Westminster, la "Venus del espejo" en la National Gallery, los mercadillos de Portobello Road y Camden Town y, especialmente, la iglesia de San Martin in the Fields en Trafalgar Square. Es en este lugar donde se hicieron presentes, en mi corazón, más amigos en Londres.
San Martin in the Fields es una iglesia construida a finales del siglo XVIII cuando aún no existía Trafalgar Square, lugar donde hoy podemos encontrarla. En ese tiempo, el paraje era un campo a las afueras de Londres, de ahí su nombre (San Martin "en los campos"). La actual parroquia es conocida en Londres por su labor humanitaria, dedica gran parte de su trabajo pastoral al cuidado de las personas sin hogar. Es famosa también por su dedicación a la música. Su acústica es fabulosa y, por esa razón, la Academia de San Martín in the Fields eligió este templo para celebrar allí, en el año 1959, su primer concierto público. En la actualidad, casi todos los días hay algún concierto entre sus muros. Por último, los londinenses le deben a San Martin in the Fields un agradecimiento por ser un centro de espiritualidad y silencio en medio del bullicio de Trafalgar Square y de Londres. Sus puertas siempre están abiertas desde que, durante la I Guerra Mundial, sus clérigos acogieran en ella a soldados y exiliados sin hogar retornados a Inglaterra.
Por la primera razón, el cuidado y atención a las personas sin hogar, recé. Por la segunda razón, la música, aparecieron Israel y Daniel, los "kapellmeister" de la Escolanía San Juan Bosco. Con Daniel, además de la música, tengo el gusto también de compartir la fe y por ello, siendo San Martin in the Fields un lugar de música y oración su presencia se hizo especialmente significativa. Quien no tuvo que hacerse presente fue mi amigo Juan Antonio por que estaba allí, junto a mí, disfrutando de tan maravillosa experiencia. Por el resto de los paisajes de Londres que fuimos visitando más amigos fueron apareciendo uno tras otro, especialmente mi amiga Elena, enamorada siempre de Londres y por ser mi primera guía virtual, una noche lluviosa, en una terraza de Madrid.
Cuando viajamos, no solo llevamos maletas, también llevamos a nuestros amigos en el corazón y, de alguna manera o de otra, se hacen presentes en algunos de los lugares que visitamos. Las maletas pesan, los amigos no y, cuando estamos lejos, sentirlos cerca completan eso que nos falta en el paisaje y que hace que todo sea perfecto.
Untill next time, luck and blessings...

lunes, 25 de julio de 2011

London is perfect...


Londres nos esperaba con los brazos abiertos pero con el cielo lleno de nubes. Desde el momento que aterrizamos la lluvia nos hizo de guía hasta el tercer día de nuestra estancia. Un poco incómoda, la lluvia en Londres es como el día al sol, así que, paraguas en mano, la incorporamos a nuestra visita como una atracción más.

La capital del Reino Unido de la Gran Bretaña no tiene comparación con ninguna de las ciudades que conozco pero, sin lugar a dudas, es una "city" con mayúsculas. La he encontrado fantástica. Confieso que me rendí a ella mucho antes de llegar, pero no imaginaba que me iba a encontrar tan cómodo, tan a gusto y tan integrado. Me han gustado sus calles, sus plazas, sus edificios, sus iglesias, en definitiva, me ha gustado todo, al menos lo que he tenido la oportunidad de conocer y visitar. Supongo que, como todas las ciudades de mundo, Londres tendrá sus zonas oscuras y grises, pero yo, en esta ocasión, no las he visto.

Mis nociones de inglés son muy básicas, y tenía serias dudas de cómo hacerme entender y como comprender en inglés. El primer encuentro no fue muy satisfactorio, no me enteré de nada, pero la segunda vez ya no salí tan dañado como la primera y el don de lenguas empezó a despertar. Es cierto que con las palabras “sorry” y “thank you” ya tienes gran parte ganado, pero hemos tenido que aprender más para poder salir airosos. ¡Qué verdad es que la necesidad agudiza el ingenio! En dos días ya sabíamos cómo se pedían las cosas, los precios y como preguntar cómo ir a un lugar que nos interesara. Y os tengo que confesar que ahora que he vuelto me hubiera quedado más tiempo para seguir aprendiendo inglés.

Samuel Johnson (1709-1785), para algunos la segunda figura literaria británica más importante después de Shakespeare, dejó escrito "when a man is tired of London he is tired of the life; for there is in London all that Live can afford..." (cuando un hombre está cansado de Londres, está cansado de la vida, pues allí se encuentra todo lo que la vida puede ofrecer). Tres siglos después, doy fe de que la frase sigue vigente o más si cabe. Museos, teatros, parques, monumentos, pubs, mercadillos… Londres ofrece al visitante y, por supuesto, al londinense, una gama tan amplia de posibilidades que la ciudad se convierte en una ciudad multicultural y cosmopolita, pues allí confluyen millones de personas a lo largo del año llegadas de todos los rincones del globo.

No soy capaz de resumir nuestra semana en Londres. Es mucho Londres para tan poco blog. Próximas entradas contarán más de esta estupenda e interesante experiencia.

Untill next time, luck and blessings…

lunes, 18 de julio de 2011

Esperanzas...

Cuando hace cuatro años, la crisis empezó a golpear a miles de personas y familias, muchos pensaron que ésta pasaría pronto y que no les tocaría a ellos. Sin embargo, lejos de ser una situación pasajera, la crisis se ha ido agudizando mes tras mes, año tras año, y, según los últimos análisis de unos y de otros, vamos a permanecer así o incluso peor, durante un largo tiempo .
La crisis o más bien sus consecuencias, han empezado a sentirse en nuestro entorno más cercano. Las cifras, antes impersonales, ahora tienen nombre y rostro. Tu hermano o tu hijo han recibido un NO cuando han ido a pedir la hipoteca para comprar su piso, a tu madre o tu sobrino no le han renovado el contrato y vuelven a estar en paro una vez más, a tu vecino lo acaban de embargar y tendrá que dejar la casa que tanto le costó conseguir... Ya no son cifras anónimas, son personas como tú o como yo a los que la crisis les está dejando sin nada. Es cierto que quedarse sin nada material es una tragedia y verse abocado a pedir ayuda cuando uno antes era suficiente y autónomo es muy duro y muy difícil. Pasar de tener trabajo y la vida resuelta a encontrarse en la cola de los Servicios Sociales o en la puerta de Cáritas solicitando ayuda para pagar la hipoteca o alimentos para la familia es una tragedia que muchos no superan, pero, tristemente, es la única salida que les está quedando a muchas personas y familias de este país.
Sin embargo, además de triturar literalmente a muchos, la crisis está dejando sin esperanza a casi todos y, sin esperanza, la crisis ha ganado la batalla. En la lucha contra la crisis, además de solidarizarnos con los que sufren sus consecuencias, hemos de permanecer firmes en la esperanza de que podemos hacer algo más que lamentarnos. Pandora dejó escapar mal tras mal antes de dejar ver la esperanza al fondo de su caja. La caja de la crisis está tiñéndolo todo de un color gris cenizo que empieza a calar tan hondo en nuestras almas que todo se está volviendo muy triste. Pero no podemos cejar, si perdemos la esperanza estamos más que perdidos.
Al fondo de la caja, la esperanza aguarda a que renovemos nuestra fe en ella y nos pongamos de nuevo en camino para seguir adelante. Hay que seguir creyendo que podemos hacer algo más para que nuestra vida tome un rumbo nuevo y que, si hay que pedir ayuda se pide, y que si nos la piden a nosotros, tenemos que darla, incluso debemos ofrecerla antes que nos la pidan. Solo pidiendo y dando podremos seguir hacia adelante.
No cejemos, resistamos, no le demos a la crisis la satisfacción de vernos vencidos. Resistir en la esperanza de que esto cambiará y saldremos adelante.
Hasta la próxima, suerte y bendiciones.

sábado, 9 de julio de 2011

El hombre menguante...


Cuando tenía unos veinticinco años, más o menos, en una analítica de sangre rutinaria, me detectaron el colesterol alto, más alto de lo conveniente en una persona de mi edad. Mi médico de cabecera me recetó pastillas, dieta y ejercicio físico. No era una tragedia, pero recuerdo que en ese momento tomé conciencia que somos perecederos, que la salud es lo más preciado que tenemos y que no nos damos cuenta de que la tenemos, hasta que no la perdemos, aunque sea un poco. Desde entonces, he vivido con el colesterol como un compañero de camino bastante incordiante por que rara vez, en los últimos veinte años, ha estado en sus niveles normales y, cada vez que como algo que no debiera un "pepito grillo" me recuerda que lo puedo tomar pero no debería hacerlo.

Hace un año y medio, tras la típica analítica de cada seis meses, y con un resultado muy cercano al límite normal, mi médico de familia decidió suspenderme el tratamiento de simvastatina habitual y me indicó que intensificara la dieta y el ejercicio físico. A mis cuarenta y dos años, dejarme sin el único remedio a mi colesterol, y con la sombra de las enfermedades cardíacas rondándome la cabeza, me dejó un poco preocupado y me volví muy obediente en el tema de la dieta y el ejercicio. Y así, comenzó mi descenso de peso a un ritmo muy animado. Pasé de los ochenta kilos a los sesenta y ocho que peso ahora. El colesterol no tiene síntomas, es invisible, pero mi delgadez ha sido, al parecer, más que evidente. En todos estos meses he estado escuchando, "qué delgado te estás quedando", ¿qué estás haciendo?, ¿estás enfermo?, "no adelgaces más que estás muy feo". Es evidente, que opinar en gratis y, en este país, además, casi un deporte nacional.

Toda la ropa se me quedó grande, dos tallas he dejado atrás. He recuperado prendas que dormían el sueño de los justos al final del armario y otras han llegado nuevas directamente desde los estantes de la letra S y la letra M. Atrás ha quedado la XL y la ropa con diseño de hombre jubilado. Este cambio de tallas me ha venido bien para modernizar y "juvenalizar" un poco la imagen, aunque esto también ha dado lugar a otras corrientes de opinión entre mis amigos y compañeros...

En fin, que he ido menguando en tamaño a la vez que crecía en años. Hace un par de días, he vuelto a recoger los resultados de la última analítica y, la historia se vuelve a repetir, tras seis meses de pastillas, el nivel de colesterol vuelve a estar en el límite de los parámetros normales, así que mi médico de familia ha vuelto a recitar las palabras reductoras "descansemos de las pastillas y reforcemos la dieta y el ejercicio". Confío en haber tocado fondo en la pérdida de peso y sólo se mantenga a raya al colesterol. No me apetece nada tener que comprarme ropa nueva y menos en la sección infantil y, aún menos me apetece tener que seguir dando explicaciones y escuchando opiniones.

Por cierto, después de 17 años me he vuelto a dejar la barba crecer. Está más canosa que antaño pero sirve igual para que los comentarios sobre mi físico se desvíen hacia otro lugar.

Hasta la próxima, suerte y bendiciones.