domingo, 3 de junio de 2012

De la Santísima Trinidad...


Nací en enero, pero en contra de la costumbre de bautizar a los niños pronto, yo no lo fui hasta el mes de mayo, en concreto el 21 de mayo de 1967. Mientras mi familia festejaba que ya no era "morito", la Iglesia celebraba solemnemente la fiesta de la Santísima Trinidad. Mis padres habían decidido que me llamarían Antonio a secas, sin embargo, el Padre José, encargado de celebrar el bautizo, tenía la "buena" costumbre de imponer al bautizado un sobrenombre según el día en que tuviera lugar el bautizo. Así que, como era el domingo del Padre, del Hijo y del Espíritu, cuando el agua bendita se derramó sobre mi cabeza el nombre completo que pronunció el sacerdote no pudo ser otro que Antonio de la Santísima Trinidad. No sé que resistencia pusieron mis padres pero, al final, en el registro de la parroquia quedé para siempre así inscrito.

Esta escena permaneció en el olvido durante años hasta que, cuando llegó el momento de mi confirmación, tuve que solicitar una partida de bautismo. Al recogerla fue una sorpresa, pero después de escuchar a mi padre darme las explicaciones, tengo que confesar que me gustó la excentricidad del Padre José. A partir de ese momento ya no fui Antonio a secas, desde ese momento fui Antonio de la Santísima Trinidad o más bien Antonio ST para los amigos.

Hay caminos trazados para nosotros mucho antes de que ni siquiera imaginemos recorrerlos. Algo así, ocurre con mi sobrenombre y el icono de la Trinidad Santa que hace muchos siglos pintó Andrei Rublev y que preside esta entrada. Lo descubrí en la comunidad de Taizé y, primero por su belleza y luego por lo que representa, adopté este icono, junto con el icono de Cristo y Menas, como representación de mi fe cristiana. Hoy, uno preside mi hogar y el otro mi lugar de trabajo.

El icono en sí, es una representación de la Trinidad basándose en el relato del libro del Génesis en el que tres ángeles se aparecen ante Abrahán bajo la encina de Mambré y se hace la gran promesa de la descendencia de Abrahán. La esencia del icono nos habla de acogida, de hospitalidad, de la familia de Dios del Hijo y del Espíritu. Tres imágenes de una misma realidad: Dios como padre bueno y bondadoso, Hijo como hermano y amigo que nos invita a colaborar con Él en la construcción de un mundo mejor y Espíritu como fuerza creadora que nos ayuda a seguir adelante.

Este año la celebración de mi santo trinitario coincide con el cumpleaños de mi amigo Daniel. Compartimos esta celebración y compartimos la fe en la Trinidad Santa. Felicidades para él desde este blog.

Hasta la próxima, suerte y bendiciones.