domingo, 29 de diciembre de 2019

Siempre nos quedará París...



22 años después he podido volver a París, la ciudad de las luces, del amor, del cine o de lo que queráis, porque París es todo eso y más. Para aquellos que la conozcáis, coincidiréis conmigo que es una de las ciudades imprescindibles y que, al menos, si las circunstancias te
lo permiten, hay que visitar al menos una vez en la vida. Si aún no habéis tenido la oportunidad de conocerla, entonces, os deseo que algún día podáis hacerlo, París nunca defrauda.

Aterrizamos temprano en el Charles de Gaulle y un shuttle nos llevó hasta nuestro hotel en el distrito Ópera (rue Caumartin) en unos 45 minutos. Esta zona de París está muy bien situada, casi en el centro del centro. Desde Ópera se accede a todo muy fácilmente por tener paradas de metro muy cerca y la Gare de Saint Lazare que conecta con trenes de cercanías, metro y autobuses, aunque si vienes de turismo lo mejor en París es andar. Pasear por sus parques, calles, bulevares, las orillas del Sena, todo en París está llamado a ser recorrido a pie para no perderte ni un solo detalle,

En París, casi todo merece la pena, pero hay algunos lugares que no debes perdertes. Son los imprescindibles. Son aquellos que todo el mundo asocia a París: la torre Eiffel, el Museo del Louvre, los jardines de Luxemburgo, el Panteón, el Sacre Coeur, Notre Dame... Hay muchos más porque, como os he dicho antes, París es París. Sin embargo, hay otros que, aún no siendo tan "famosos" también encantan a sus visitantes si te topas con ellos. A nosotros nos ocurrió con galerías y pasajes cubiertos que, llenos de tiendas, restaurantes, museos y otras sorpresas, fascinan por su originalidad y encanto. Hay más pero nosotros solo visitamos el Passage des Panoramas en el boulevard de Montmartre y también el pasaje de Eduardo VII que contiene una estatua ecuestre del monarca inglés que le da nombre. Son lugares que pasan desapercibidos pues pasan por ser un simple portal en una calle, pero cuando te adentras en ellos te atrapan y se encandilan.

Con respecto al alojamiento, en esta ocasión nos decidimos por un apartamento en lugar de un hotel. Cada vez creo que, al viajar con familia, es la opción más acertada por permitirnos desayunar y cenar algunos días en los que el cansancio hizo mella en nosotros.

Para comer, París tiene de todo. Nosotros nos decantamos por fiarnos de los que otros visitantes dejaban escrito en TripAdvisor y lo que la ciudad nos sugirió allí donde nos pillaba a la hora de almorzar y cenar. De lo que más nos gustó os puedo recomendar La Taverne de l'Olympia y L'artiste en Montmartre. En ambos degustamos comida francesa a buen precio y con un trato exquisito, especialmente en L'artiste.

22 años después he podido volver a París, la ciudad de las luces, del amor, del cine y de la música. Os dejo para terminar un vídeo con una canción de Cole Porter dedicada a París... espero que os guste...


Hasta la próxima, suerte y bendiciones.

domingo, 6 de octubre de 2019

Cenizas en los ojos...


El volcán estalló a primeros de agosto. Durante los meses previos, el calor había sido era sofocante y, aunque todo en el ambiente hacía presagiar una catástrofe, nadie pensaba que la montaña reventara de una manera tan brutal. En el primer momento hubo pocas bajas, dolorosas, pero comprensibles por estar cerca de la erupción. Sin embargo, lo peor llegó después. Fue la ceniza, pequeños jirones de fuego que, a gran velocidad en la explosión y lentamente después, empezaron a flotar en el ambiente sin que nada ni nadie pudiera evitarlo.

En las siguientes semanas, una vez la lava de dejó de manar, se inició la reconstrucción de las casas, las carreteras, las escuelas. Parecía que la normalidad podría volver a imponerse en las laderas del volcán, pero era solo un espejismo o una esperanza, pues la ceniza seguía ahí, flotando en el aire, cubriendo parques, tejados y la vida de todos, ocultando los rayos de sol y entristeciendo todo a su alrededor.

A comienzos de enero, la prensa local reveló que los dirigentes políticos conocían un informe que había alertado de la erupción del volcán, pero que la evacuación fue desechada por su elevado coste. Las investigaciones posteriores concluyeron que los beneficios económicos y electorales que les reportó la nueva legislación sobre situaciones de catástrofe, fue elevadísima.

Si hoy, tres años después de la erupción, visitas los alrededores del volcán, solo la tristeza que dejó la ceniza se puede ver en los ojos de los habitantes.