viernes, 29 de enero de 2010

En la fiesta de Don Bosco...

El próximo domingo, 31 de enero, se cumplen 122 años que Don Bosco o San Juan Bosco murió en Turín. A su muerte, la congregación que había fundado, tenía ya sus raíces bien asentadas, y con los años ha alcanzado un desarrollo que la coloca entre las congregaciones masculinas más numerosa de la Iglesia Católica. Creo que el número no sería un dato valorable, si no fuera acompañado de un gran servicio a los jóvenes y a la sociedad, y como estoy convencido de que hoy, los hijos de Don Bosco, cumplen con creces la encomienda de su fundador, en este caso la cantidad y la calidad van unidas.

Yo estudié con los Salesianos desde primero de EGB a tercero de BUP. Aprendí con ellos lo que fue la base de mis posteriores estudios, después un largo paréntesis se abrió entre el colegio y yo, que no se cerró hasta que mi hijo ingresó en primero de Primaria hace cuatro años. Cuando decidí abandonar el colegio para marcharme al instituto, como ya he contado en otra entrada del blog, lo hice un poco "quemado" del ambiente que me allí me rodeaba, necesitaba un cambio radical que, gracias a Dios, me salió bien. Con los años, he vuelto al colegio de otra forma, pero he vuelto.

Cuando mi hijo tuvo edad para comenzar sus estudios de Primaria, no tuvimos dudas para decidir cual sería el centro elegido. Por otros padres sabíamos que algo había cambiado en mi antiguo colegio, y, aunque los edificios eran los mismos, quienes allí esperaban a Antonio Juan estaban a años luz de aquellos que me despidieron a mí.

Nuestras expectativas no se han visto defraudadas. El primer día que estuvimos allí, en una reunión de bienvenida con los padres de los nuevos alumnos, nos explicaron que el colegio es hoy una escuela para aprender, pero también es un patio para jugar, una casa para vivir en familia con los compañeros y una iglesia para crecer y vivir la fe cristiana. Fue una explicación sencilla pero suficiente para saber que habíamos acertado. Así que cuando dejo cada mañana a Antonio Juan en el colegio, lo hago con toda la confianza y con todo el agradecimiento que alcanzo a concebir, pues soy consciente de que queda en manos de unos grandes profesionales comprometidos con sus alumnos y, que están más allá de un horario y un salario.

Hoy se ha celebrado la fiesta de Don Bosco en el colegio, el domingo lo hará toda la familia salesiana, así que vaya mi felicitación para todos.

Hasta la próxima, suerte y bendiciones.

Foto: Estatua de San Juan Bosco. Sagrada Familia de Barcelona. 2009.

lunes, 25 de enero de 2010

A su debido tiempo...


Cuando era pequeño pedí a los Reyes Magos un juguete que nunca recibí. Supongo que, en esos años, lo achacaría a mi mal comportamiento, pero cuando descubrí quiénes era los Reyes Magos en realidad (recordad la bicicleta tras la cortina del dormitorio de mis padres) vi que se debía a que no entraba en sus planes comprarme dicho juguete. Lo pedí insistentemente varios años más y como no lo conseguí nunca, pasó a engordar la lista de mis "traumas infantiles". El juguete en cuestión consistía en un pequeño circuito donde yo debía conducir un coche diminuto. A los ojos de un adulto podría parecer un juguete algo aburrido pero para mí, que dicho sea de paso, me encantaba montar en coche y, soñar que lo conducía, era “el no va más”.

Cuando mi hijo ha tenido la edad, el juguete llegó a nuestra casa un cinco de enero por la noche. A él le hizo una ilusión relativa, a mí me pareció el regalo del año. Mi trauma había desaparecido. Es cierto que a los cuarenta años un autocross es una "gilipollez" pero para mí..., no.

¿Qué quiero contar con todo esto? Pues que lo que no hacemos a la edad que corresponde, luego con los años, hacerlo resulta fuera de lugar. La psicología evolutiva estudia el desarrollo humano y los cambios que se van produciendo en las distintas fases de la vida. Esta rama de la psicología promulga que hay cosas que tienen una edad para hacerse y que si no lo realizamos, luego nos pasa factura. En mi caso, el tener el autocross es una factura muy barata, sin embargo, hay otras facturas más caras y, en algunos casos, difícil de pagar.

La niñez tiene su función, así como la adolescencia y la juventud y, si vivimos en cada etapa de la vida lo que nos corresponde de forma individual y grupal, llegaremos a la madurez de forma plena. Por eso, es tan importante vivir cada momento en su “justo momento”, para que cuando tengamos que incorporarnos a la sociedad de manera completa seamos personas equilibradas y llenas de sentido común y con un bagaje de vivencias bien ordenadas y asentadas.

Es importante que se vele para que los hogares y las escuelas permitan que los niños puedan tener una evolución de forma integral, que nadie tenga que asumir roles y funciones que no estén acordes con su edad, que no haya niños, adolescentes, ni jóvenes prematuramente adultos. De lo contrario, encontraremos niños, adolescentes y jóvenes tristes, con un sentimiento de frustración que les llevará a la madurez con la evidencia de que la vida les debe algo. Si alguna vez te cruzas con un niño-adulto mírale a los ojos y sonríele, tu sonrisa será para él un momento de descanso en un camino muy largo y difícil. Y si la vida te permite detenerte con él un tiempo más largo, haz todo lo posible por lograr que sea un niño, un adolescente o un joven al cien por cien.

Hasta la próxima, suerte y bendiciones.

martes, 19 de enero de 2010

Haití


Un terremoto ha devastado en cuestión de minutos casi un país entero. En mitad del Caribe, Haití, era el país más pobre de América, ahora es el más pobre y el más destruido si cabe. De forma inmediata la noticia despertó la solidaridad de muchas personas y países. Las donaciones y los ofrecimientos para ir a ayudar han sido generosos y dignos de alabanza. Son muchos muertos y heridos los que ha dejado el terromoto detrás y toda la ayuda es poca. Las ONG's hacen lo que pueden, que es mucho, los Gobiernos envían ayuda, pero no es suficiente. Tanta destrucción no se subsana en unos días o semanas, harán falta meses y años para dejar el país como estaba. El problema es como estaba: sumido en la pobreza, regido por políticos corruptos y por un ejercito empeñado en alcanzar o mantener el poder gracias a la iluminación de que ellos son los salvadores del pueblo de Haití. Hará falta algo más que donaciones y voluntarios para que el país deje de ser el más pobre y su pueblo vida de forma digna y desarrollada.

El terremoto fue el pasado día 12 de enero de 2010, pero el país ya estaba destruido antes de que la tierra temblara. Ahora estamos llamados a donar y ayudar, pero cuando los medios de comunicación se retiren y, otra noticia ocupe los titulares, el pueblo de Haití seguirá sufriendo y, entonces lo hará en soledad, caerá en el olvido.

El terremoto no se podía haber evitado. La tierra está muy por encima de nuestra absurda idea de que el hombre lo domina todo. Evitarse no, pero si el país estuviera desarrollado quizás las consecuencias no hubieran sido tan devastadoras. Haití es hoy el ejemplo del "efecto Mateo" o como vulgarmente se dice "a perro flaco, todo se le vuelven pulgas".

Ahora es el momento de ayudar, de acudir a la emergencia, de la urgencia por salvar más personas, luego vendrá el momento de reconstruir y de repensar el país que merecen los haitianos, y el primer mundo, tendrá que hacer algo más que hasta ahora.

Hoy es el tiempo de Haití, pero no olvidemos que hay otros países en el mundo donde la tierra "tiembla" por el hambre y la guerra y, por su causa, mueren diariamente miles de personas.

Cuando pase la emergenia deberíamos conservar este espíritu solidario que vivimos estos días y comprometernos de forma permanente con los colectivos o países más desfavorecidos y vulnerables. Podemos colaborar con organizaciones que proponen campañas de sensibilización y desarrollo para que ningún país esté sumido en la pobreza y el subdesarrollo, también votando a partidos que ofrezcan políticas más justas y apoyen el desarrollo de los pueblos, participando en actividades de denuncia y reivindicación para que los gobiernos actúen de forma eficaz en la construcción de un mundo más justo y habitable para todos...

Al pueblo de Haití todo mi apoyo y, a los que están colaborando en ayudarlos en estos días tan difíciles, mi ánimo y reconocimiento.

Hasta la próxima, suerte y bendiciones.

miércoles, 13 de enero de 2010

Y que cumplas muchos más...


Nací un 14 de enero de 1967, así que mañana cumpliré 43 años. No suelo pensar mucho en la edad que tengo, pero cuando lo hago me sigo sorprendiendo. A veces, soy tan poco consciente de ella que actuo (sobretodo en lo que a ejercicio físico se refiere) como si todavía estuviera en los treinta y, después de actuar pues mi cuerpo se resiente. Son las cosas de la edad.

Cuando me paro a pensar en el paso del tiempo siempre me viene a la cabeza la frase que un día me dijo un amigo que ya no está con nosotros "es mejor llenar los años de vida que no la vida de años". No sé si la frase era suya pero la vivió en toda su amplitud el tiempo que estuvo entre nosotros.

Nací en Cádiz, en la calle Torre en una azotea (hoy la llamaríamos ático) llena de sol y goteras. Viví allí hasta los tres años y aunque no recuerdo nada de esa casa, mi madre dice que allí fuí muy feliz. Luego nos mudamos a una casa mejor pero más sombría. De los diez primeros años de mi vida cada vez me quedan menos recuerdos. Están mezclados mis recuerdos con lo que me han contado. En realidad, creo que mis mejores años llegaron a partir de los 16. En esa edad tiene lugar mi eclosión y el descubrimiento del mundo. Dejé el colegio enfadado con él (luego con los años me he reconciliado y he llegado a apreciar lo que allí aprendí) y me trasladé al Instituto. Este cambio coincidió con mi llegada a la parroquia de Santo Tomás y al universo del que formaba parte y, allí conocí a muchos de los habrían de marcar el resto de la vida que he disfrutado hasta ahora. De esos años, algunos se han ido quedando en el camino y otros siguen ahí, gracias a Dios. Del Instituto me fuí a la Universidad, primero a la Escuela de Magisterio y luego a la Facultad de Filosofía y Letras. En la primera, conocí a la mujer que más feliz me ha hecho en la vida, y, que ha ido sacando a lo largo de los años lo mejor de mí mismo.

Si miro hacia atrás, no creo que el pasado sea mejor, y eso que, en estos 43 años he vivido cosas maravillosas e irrepetibles. En todos los ámbitos he conocido a gente estupenda, y a otra gente que no lo ha sido tanto (para qué nos vamos a engañar), y de todos esos espacios y tiempos conservo muy buenas vivencias. Pero creo que el futuro está por hacer y, con la experiencia y la sabiduría adquirida en estos años, puedo mejorarlo y llenar de mucha vida los años que me quedan por vivir.

No he plantado un árbol, aunque sí muchas macetas, no he escrito un libro, aunque a lo mejor me sirve este blog, y sí he tenido un hijo, maravilloso por cierto, así que si mañana me fuera "al jardín" puedo decir que he cumplido en esta vida. De todas formas, no pienso irme "al jardín" mañana, tengo otros planes. Primero lo celebraré con mi amiga Pili y los compañeros (ella cumplió años el pasado día 10 y desde hace años lo celebramos juntos), luego, a la hora de comer mi mujer y mi hijo me cantarán el "cumpleaños feliz" y mi hijo me dará su regalo sorpresa. Pasaré el resto del día trabajando (aunque os parezca raro, una buena forma de pasar el día, al menos en mi caso) y "los grandes fastos" tendrán lugar el fin de semana. No tendré mucho tiempo de ver a la familia y los amigos, pero con quien sí pasaré el día es con mi faringitis de toda la vida que me acompaña desde hace 43 años.

Antes de despedirme, quiero agradecer a los lectores del blog la vida que habéis aportado al año y pico que llevamos compartiendo este espacio. Espero seguir aquí muchos años más y comprobando con vuestros comentarios que vosotros también.

Hasta la próxima, suerte y bendiciones.

lunes, 4 de enero de 2010

Ya vienen los Reyes Magos...


Fue detrás de una cortina del dormitorio de mis padres. Allí, una rueda de bicicleta me anunció que los padres tenían que ver más de la cuenta con los Reyes Magos y su entrega nocturna de juguetes. No recuerdo la edad con la que me sorprendió la rueda de la bicicleta, pero ese día entendí que había cruzado la línea en la que los niños quedan al otro lado.

Sin embargo, la emoción y la ilusión han permanecido hasta ahora. Los regalos en casa de mi madre siguen siendo sorpresa, es una tradición, y, aunque siempre han sido alegres, desde que mi hijo está con nosotros, todo ha recobrado la ilusión y el alboroto de antaño. Los niños hacen mágico este día.

No sé hasta que edad Antonio Juan seguirá creyendo en los Reyes Magos, no creo que le quede mucho. Sospecho que éste será el último. Entre sus amigos del cole ya sobrevuela la sospecha y, en algunos, la certeza de que los Reyes Magos no son tan Reyes ni tan Magos.

Otra tradición que queda de cuando era más jóven es ir a recoger el roscón de reyes con mi madre. Antes o después de la Cabalgata, ella y yo vamos a recoger el roscón del que daremos cuenta familia y amigos al día siguiente. Entre bromas por quién encuentra las figuritas escondidas, el roscón desaparece hasta el año siguiente.

Una amiga de la infancia me decía esta tarde que ya ha oído los berridos de los camellos, así que os queda poco para portaros medio bien y poder recibir algún que otro regalito.

Felices Reyes y, hasta la próxima, suerte y bendiciones.