miércoles, 31 de diciembre de 2008

Feliz año 2009!!!


Aún no han dado las campanadas que dan la bienvenida al nuevo año pero yo ya os deseo un feliz año 2009. Es mejor empezar a desear el año nuevo antes de que termine el viejo pues, cuando el año nuevo tome posesión del tiempo, nos acostumbraremos a vivir instalados en él y se nos olvidará poco a poco desearnos felicidad y amor.

Algo igual nos pasa con los deseos navideños de paz y felicidad. En pocos días olvidamos tan buenos propósitos para ellos y nosotros, y nos volvemos de nuevo a la sordida cotidianidad de los malos humos y gruñidos. Jajajajaja. Seguro que algunos pensaréis que quién sino yo para dar clases de gruñidos.

El año 2008 que se va es un año como otro cualquiera. En nuestra memoria se van desdibujando los años pasados y todos tuvieron momentos buenos y momentos digno de olvidar. Sin embargo, todos nuestros años configuran nuestra vida. Sin ellos, por malos que sean, no seríamos lo que somos. El que viene, será lo que nosotros queramos que sea. Podrán venir acontecimientos buenos o malos, pero serán buenos o malos según los afrontemos.

Mi compañera Pili ya ha anunciado que el 2009 será el año en el que nazca su primer hijo o hija. Por esa sola noticia el 2009 ya se ha inscrito en su libro de los grandes acontencimientos. Pero no será ese hecho el único que harán del 2009 un año especial. Cada uno de nosotros le aportará algo al 2009 y al final, justo dentro de 365 recordaremos el año que se va con cierta nostalgia, con cierta tristeza, y por supuesto, con una innegable alegría. El tiempo tiene estas cosas y lo humanos también.
Antes de terminar quiero daros las gracias a todos los que me habéis hecho este año un año digno de ser vivido y pedir perdón a todos aquellos que me han sufrido en algún momento. Intentaré que en el año 2009 no vuelva a repetirse.
Bueno, no me enrollo más, se me acaba el año y no quiero llegar tarde a las uvas.

Hasta la próxima suerte y bendiciones.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Cuando nos toca decir adios...


El año dos mil ocho ha estado lleno de despedidas. En el mes de junio nos dejó Salvador Pellicer, religioso camilo, estuvo muchos años al servicio de Cáritas Española. En numerosas ocasiones tuvimos la suerte de contar con él para diversos actos de Cáritas Diocesana de Cádiz. Su marcha nos cogió a todos por sorpresa y no puedo dejar de dar gracias por todo lo que nos enseñó cada vez que nos visitaba.

El año dos mil ocho ha estado lleno de despedidas. En este último trimestre que ya termina he despedido a más personas cercanas. Hace menos de un mes murió la madre de Inés, mi esposa. Doña María llevaba casi doce años enferma de Alzheimer y se fue de una forma serena y tranquila. Nunca estuvo sola, acompañada siempre de su hija durante toda su enfermedad, tampoco en su partida estuvo sola, su hija la acompañó hasta el final.

Entre Salvador y Doña María existió una relación llamada Inés. De Salvador aprendió Inés a entender la enfermedad y a saber prepararse para decir adios. Y con Doña María, Inés puso en práctica todo eso que aprendió. Los dos se han ido casi a la vez. Seguro que se encontraron por el camino.

El año dos mil ocho ha estado lleno de despedidas. Hace unos meses murió la madre de Menchu, compañera de Cáritas y hace un par de semanas murió la madre de nuestro Delegado Episcopal de Cáritas. Han sido muchas despedidas, demasiadas.

Tantas despedidas me han hecho pensar lo importante que es estar preparados para cuando llega el momento de decir adios. Todo tenemos tarde o temprano que vivir el doloroso hecho de despedir a alguien querido. Si no tenemos un buen soporte, el envite de la muerte puede hacernos caer de forma violenta. En mi caso la fe es el mejor soporte que conozco. Cuando murió mi padre fue el consuelo fundamental. Sin obviar que la despedida física supone una tristeza real e irreprimible, la fe ofrece el mejor soporte que puedo imaginar.

El año dos mil ocho ha estado lleno de despedidas. Sin embargo, ahora que se acerca el dos mil nueve deseo que en este año que está pronto a llegar podemos decir muchas veces "Hola" y demos muchas veces la bienvenida. Que la vida se abra camino y que nuestros "adioses" se conviertan en muchas "holas".

Hasta la próxima suerte y bendiciones.