Mostrando entradas con la etiqueta silencio. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta silencio. Mostrar todas las entradas

viernes, 6 de abril de 2012

El gran silencio...


El Sábado Santo se considera el día del gran silencio. Si el Viernes Santo recordamos la pasión y muerte de Jesús de Nazaret, el segundo día del Triduo Pascual, contemplamos el gran silencio que habitó la tierra tras la muerte de Jesús.

Jesús, tras ser arrestado en Getsemaní y conducido ante Caifás, Herodes y Pilato, es condenado a muerte. Cargado con la cruz y, a través de las calles de Jerusalén, Jesús llega al Gólgota donde es crucificado junto a otros dos condenados a muerte.

En la cruz, antes de morir, Jesús pronuncia, entre otras, una serie de palabras que son recogidas en los diferentes relatos de su pasión y muerte. Quiero destacar la que dirige a uno de los que está crucificado junto a Él y que dice "Te lo aseguro, hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lc 23, 43).

"Te lo aseguro..." ¡qué gran certeza tenía Jesús que aquello no iba a terminar en la cruz! Jesús ha vivido su existencia acompañado por su Padre Dios y, ahora en la cruz, esa certeza y esa confianza se manifiesta aún con más fuerza. "Te lo aseguro...", es decir, no cabe duda, cuando acabe este terrible momento, estaremos en el paraíso que Dios Padre nos tiene reservado. La fe de Jesús es tan grande que inmerso en una situación de sufrimiento tan difícil es capaz de intuir y percibir la luz del Domingo de Pascua.

Pero antes, un gran silencio cubrirá la tierra. Jesús, en el sepulcro donde es colocado tras su muerte, descansa, duerme, confía en su Padre Dios que lo cogerá de la mano para levantarle para siempre. El paraíso llegará, aunque antes hemos de esperar en silencio.

Cuando pienso cómo será ese paraíso que Jesús nos asegura en la tarde del Viernes Santo, creo que se tiene que parecer al que describe el libro del Génesis: un jardín fantástico y a Dios buscando al hombre y la mujer para dar un paseo a la hora de la brisa. Sin esperar a morir, él paraíso es la cercanía con Dios Padre, es convivir en su presencia, compartir y cuidar con él la obra de la creación y, cuando la vida se presenten dura y la realidad del Viernes Santo aparezca, esperar en en el silencio confiando y recordando la promesa de Jesús que el paraíso está ahí esperándonos a todos.

En el silencio del Sábado Santo, suerte y bendiciones.

domingo, 30 de mayo de 2010

Bajo el mar...


Hoy me he dado en el mar el primer baño de la temporada. Volver a sumergirme en el mar ha sido como volver a la respirar. Frío y transparente, el mar me estaba esperando. En realidad, han sido dos baños. El segundo aún mejor que el primero.

Desde que tengo uso de razón me ha gustado meterme en el agua. El mar en la playa, un río en el campo, una piscina allá donde estuviera, ejercen tal atracción sobre mí que no puedo dejar de zambullirme en el agua.

Para mí, hundirme en el líquido elemento es como volver al seno materno; es la libertad de flotar, es una catarsis necesaria, pero sobre todo, estar bajo el agua, es el silencio. Bajo el agua no puedo hablar, que es para mí algo imposible dejar de hacer en la superficie, y entonces el silencio no deja de sorprenderme, la pena es que apenas me dura 20 segundos que es lo que aguanto sumergido sin respirar.

Desde hace años, durante el invierno, voy a la piscina a mantenerme en forma. Es como un pequeño refugio en espera del mar del verano. Al terminar la tabla de ejercicios me hundo hasta el fondo buscando el silencio, aguantando hasta el límite de la asfixia.

Mi santo patrón, San Antonio de Padua, fue un monje franciscano y predicador que vivió para el mundo y para Dios a caballo entre el siglo XII y XIII. En los muchos prodigios que se le atribuyen está el hablarle a los peces con tanta maestría que éstos sacaban sus cabezas del agua para escucharlo. Ahí encuentro un vínculo entre mi verborrea y el agua. El otro es que cuando el sarcófago de San Antonio fue abierto, treinta años después de su muerte, lo único que se conservaba incorrupto fue su lengua ¿quién duda ya de dónde me viene la manía de no callar?

Hoy me he dado los primeros baños de la temporada. Quizás también debería ser el primer día de moderar mi lengua y desarrollar más la virtud de escuchar sin poner los ojos redondos.

Hasta la próxima, suerte y bendiciones.