viernes, 17 de octubre de 2008

Un encuentro con Juan Martín Baro


Casi un año hacía que no tenía un encuentro con Juan Martín Baro, sin embargo, cuando el pasado miércoles lo volví a ver tuve la sensación de que había estado con él el día anterior. Conocí a Juan hace ahora 24 años.

Yo terminaba la adolescencia y entraba en la juventud, y la casualidad quiso que diera con mis huesos en su parroquia. Allí crecí, realmente casi nací a la fe y mi vida dió un giro de 180 grados. Gran parte de ese cambio, de ese gran salto hacia adelante se la debo principalmente a Juan. Es cierto que tuve otros "maestros y maestras espirituales" pero todos vinieron de su mano.

Nuestro encuentro tuvo lugar en su casa, no era la misma casa donde compartimos tantas cosas, pero tenía su estilo, su sello personal. Libros, música, iconos, y gente, mucha gente entrando y saliendo. Juan siempre ha tenido gente a su alrededor, eso dice mucho de su carácter acogedor y de su capacidad de crear ambientes que hacen que te sientas bien.

A veces, por mi trabajo en Cáritas coincidimos para colaborar juntos y siempre, por parte de Cáritas, quedamos encantados y agradecidos de su colaboración. Su capacidad para hacer comprensible la Palabra de Dios a cualquiera que lo escuche, su pasión por la Sagrada Escritura ha hecho de él un gran maestro para muchos. Yo me incluyo.

Antes de despedirnos nos enseñó la decoración de su parroquia y, tengo que reconocer, que, con los años, no ha perdido ni un ápice de gusto, es más creo que ha ido mejorando con los años. Siempre ha buscado una decoración pedagógica, es decir, que cualquier elemento que ha incluido en su parroquia tiene una intención educativa. Creo que ahí radica parte de su éxito, decora y embellece, pero, por encima de eso, enseña.

Tener un encuentro con Juan Martín Baro siempre es una buena experiencia. No debería dejar pasar tanto tiempo entre encuentro y encuentro.

Hasta la próxima, suerte y bendiciones.