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jueves, 24 de diciembre de 2015

Feliz Navidad para todos...


Queridos amigos y amigas del mundo mundial:

Antes que nada ¡Feliz Navidad! para todos y todas, para los que veo diariamente y para aquellos a los que la vida ha puesto a decenas, centenas o miles de kilómetros. La Navidad tiene ese privilegio, es universal y llega a todos, allí donde estén.

En segundo lugar, desearos que la vida os vaya bonita en estos días y, por supuesto, todo el resto del año próximo. Que despistéis a la tristeza, la ira y el miedo todo lo que podáis y os dejéis alcanzar por la alegría con la mayor frecuencia posible. Y cuando no sea así, que tengáis a alguien, en quien descansar vuestra cabeza. 

En tercer lugar, y no por ello menos importante, os deseo que vosotros hagáis la vida bonita a los que tenéis a vuestro alrededor. Si conseguís eso, tenéis ganada gran parte de la carrera de la vida. El premio es una sonrisa y una gran tranquilidad de conciencia.

Por último, queridos amigos y amigas, os pido solo una cosa, cuidad el planeta, para que el año que va a llegar podamos tener un lugar donde poder construir un futuro para todos.

La foto de arriba es el Nacimiento que hemos puesto en casa, pero para darle un poco de vidilla a la entrada os dejo un vídeo que he encontrado en la red que despierta un poco la emoción. Espero que os guste y, de nuevo, ¡Feliz Navidad!


A más ver, suerte y bendiciones.

miércoles, 5 de enero de 2011

¿Por dónde vamos...?


¡Extra! ¡Extra! Rusia y Noruega se han repartido, tras años de disputas, el Ártico para explotar el gas y el petróleo que hay bajo la tierra que ha aparecido por el deshielo. No es broma, el titular existe, si no, búscalo en Google y verás. Sólo oírlo, da pánico. La tierra se calienta y, lejos de ponerle un remedio o una solución, nos peleamos por repartirnos sus despojos. ¡Qué poco hemos aprendido en los miles de años de evolución!

La realidad del año nuevo no comienza a verse hasta que no se apagan las luces de los árboles navideños. Sólo la claridad no disfrazada nos permite ver por donde vamos. A donde vamos, eso ya no es tan incierto. Por que, si seguimos así, vamos a un lugar que estoy seguro no nos va a gustar.

Lluvias, nevadas, temporales, ciclones y huracanes, sequías, incendios, olas de calor, de uno y de otro, en magnitudes nunca conocidas, nos han mostrado que el cambio climático, el calentamiento global no es un invento de ciencia ficción ni el argumento de una película de Hollywood, más bien es una realidad muy cercana.

Para ser la primera entrada del año ha resultado seguramente muy agorera, pero también, el comienzo de año es un tiempo para los buenos propósitos, sirva el drama para despertar conciencias.

¿Cuidamos un poco más el planeta entre todos? ¿Le ponemos a la tierra unos "reyes" basados en el respeto y el compromiso ambiental? ¿Dejamos de pelearnos por sacar tajada y nos esforzamos por dejar un planeta mejor que el que nos encontramos? Confío que sí.

Hasta la próxima, suerte y bendiciones.

martes, 15 de junio de 2010

Esperar a florecer...


¿Recordáis cuando en el colegio nos encargaban el experimento de las lentejas, garbanzos o habichuelas que debían crecer sobre algodón en un vaso de plástico? Seguro que sí. No creo que haya un alumno de hace 35 años hasta la actualidad (anteriormente no lo puedo certificar) que no lo haya hecho. Yo lo hice y mi hijo, también. A él creo que se lo encargaron antes de Navidad y no sé si es que no se enteró bien de cuándo terminaba el experimento, pero hasta hace una semana, en la encimera de la cocina, todavía había un vasito con yerbas creciendo en un algodón. Si el objetivo era enseñar a los niños cómo crecen las plantas, con mi hijo, Don Daniel, su maestro puede estar orgulloso, pues el niño parece descendiente del gaditano Celestino Mutis ya que le ha cogido gusto a esto de ver crecer las plantas.

El pasado domingo fue su santo, y su abuela, que es una de sus mayores fans, le ha regalado un invernadero para que dé el salto al mundo del cultivo de forma más profesional. No penséis mal, su nueva propiedad no está en Almería o en Sanlúcar, paraísos del cultivo bajo plástico, el suyo es un invernadero infantil con seis macetitas y con seis tipos de semillas diferentes que, según pone en las instrucciones, crecerán como muy tarde en las próximas seis semanas. No sé si el experimento saldrá bien, pero Antoñito Juan está muy ilusionado.

En estos tiempos que corren en los que todo va muy deprisa y que la paciencia no es un valor en alza, sentarse a esperar a que la naturaleza se tome su tiempo para florecer es casi una excentricidad. Bueno, el niño sale a su padre y a su madre si no ¡qué podíamos esperar!

Hoy ha plantado las semillas. Nos toca esperar al menos dos semanas para ver si el éxito nos acompaña. Ya os contaré si la encimera de la cocina se convierte en el más hermoso jardín del barrio.

Hasta la próxima, suerte y bendiciones.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Copenhague o tú...


Estos días en Copenhague se está decidiendo parte del futuro de nuestro planeta. La cumbre reune a miles de personas expertas en medio ambiente. Allí reunidos los políticos, los ecologistas, miembros de ONGs de todos los símbolos y colores, periodistas... buscan acordar las medidas necesarias para que el planeta pueda continuar adelante mucho tiempo más. Sin embargo, las noticias que llegan desde la capital danesa no son muy esperanzadoras. La falta de acuerdo, las discusiones, las noticias manipuladas de las acciones de las organizaciones ecologistas enturbian una iniciativa en la que muchos tenían puestas sus esperanzas de que, al final, los humanos restituyeramos al planeta el daño que le hemos infligido en las últimas décadas.

De Copenhague debe salir un acuerdo que ponga las bases para que todos los países se comprometan a adoptar medidas que pongan fin a la agresión a la que tenemos sometida a la naturaleza y que está poniendo en gravísimo peligro la salud del planeta y de todas las especies que lo pueblan.

Sin embargo, parece que la cosa no va muy bien. Sin negar la importancia que tienen este tipo de acontecimientos creo que no hay que perder la esperanza. Parte de la recuperación del planeta pasa por que sus habitantes tomemos conciencia de que la tierra es como nuestro hogar. Nuestra casa la pintamos, la amueblamos, la limpiamos para que podamos vivir en ella toda nuestra vida, pues el planeta es igual, es nuestra casa común y por ello debemos mantenerla limpia y arreglada; debemos respetarla como si fuera nuestra cocina, nuestro dormitorio, nuestro salón. Es verdad que hay cosas que no dependen aparentemente de nosotros, pero si no podemos hacer nada, a lo que nunca debemos renunciar es a protestar y denunciar que la naturaleza o el medio ambiente están siendo dañados. Y la intensidad de nuestra protesta debería ser igual como si alguien viniera a nuestra casa y ensuciara nuestras paredes o nuestros muebles.

En fin, si al final, Copenangue resulta un fracaso, al menos que nos quede la acción individual y cercana, si los expertos no saben ponerse de acuerdo para salvar el planeta, pues vamos entre todos los que leemos este blog a hacer algo para que las próximas generaciones puedan disfutar del mismo. ¿Qué vas a hacer tú?

Hasta la próxima, suerte y bendiciones.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Paraísos perdidos...


No comencé a conocer la provincia de Cádiz hasta que no tuve diecisiete años. Mi padre no conducía y, dado que mi familia no disponía de coche, no salíamos los fines de semana de excursión. Fue cuando empecé a volar solo cuando descubrí lo que había más allá de San Fernando. Gracias a mis nuevas relaciones de esa edad tuve la oportunidad de conocer los paisajes, pueblos y espacios abiertos de la Sierra de Cádiz. Contemplar la naturaleza por las rutas del Pinsapar, El Bosque, Ubrique..., aventurarnos por la zona de la Janda, por las rutas del Picacho, del Monasterio del Cuervo, pero sobre todo, y sin menospreciar lo anterior, para mí el gran descubrimiento fue conocer las playas que se extienden desde Chiclana hasta Tarifa. Los que me conocen saben que un baño en el mar es mi mayor placer. Sin lugar a dudas para mí esos lugares coinciden casi en tu totalidad con el paraíso terrenal. Durante años estuve volviendo todos los veranos unos días de camping a las playas de Zahora en Vejer y los paseos y excursiones se ampliaban a Conil, Barbate, Zahara y Tarifa. Recuerdo un chiringuito en la playa que consistía en un simple techo de cañizo y unas mesas toscas de madera sobre la arena con una radio en la barra que sonaba sin ahogar el ruido de las olas. Todo era sencillo y natural en aquellos días. Las playas estaban casi desiertas de gente y también de hoteles y restaurantes. Se accedía a través de carriles de arena sin asfaltar y la paz y la tranquilidad de aquellos días te trasportaban a lugares lejanos donde la civilización casi aún no había llegado. Sin embargo, los años pasan y la vida cambia. Durante unos años estuve sin ir por allí y, las veces que volví por aquellos lares, ví que las cosas han ido cambiando mucho. Las playas ya no están tan desiertas y aquel chiringuito de la playa es hoy un complejo hotelero llamado Sajoramibeach que nada recuerda aquél que conocí.

Sin embargo, hoy en día, veinte años despues de lo que os cuento, a pesar de todo, aún merece la pena ir por allí. En meses no de temporada alta aún se puede disfrutar de playas desiertas y de paisajes perdidos. Os lo recomiendo.

Hasta la próxima suerte y bendiciones.