domingo, 7 de diciembre de 2008

Cuando nos toca decir adios...


El año dos mil ocho ha estado lleno de despedidas. En el mes de junio nos dejó Salvador Pellicer, religioso camilo, estuvo muchos años al servicio de Cáritas Española. En numerosas ocasiones tuvimos la suerte de contar con él para diversos actos de Cáritas Diocesana de Cádiz. Su marcha nos cogió a todos por sorpresa y no puedo dejar de dar gracias por todo lo que nos enseñó cada vez que nos visitaba.

El año dos mil ocho ha estado lleno de despedidas. En este último trimestre que ya termina he despedido a más personas cercanas. Hace menos de un mes murió la madre de Inés, mi esposa. Doña María llevaba casi doce años enferma de Alzheimer y se fue de una forma serena y tranquila. Nunca estuvo sola, acompañada siempre de su hija durante toda su enfermedad, tampoco en su partida estuvo sola, su hija la acompañó hasta el final.

Entre Salvador y Doña María existió una relación llamada Inés. De Salvador aprendió Inés a entender la enfermedad y a saber prepararse para decir adios. Y con Doña María, Inés puso en práctica todo eso que aprendió. Los dos se han ido casi a la vez. Seguro que se encontraron por el camino.

El año dos mil ocho ha estado lleno de despedidas. Hace unos meses murió la madre de Menchu, compañera de Cáritas y hace un par de semanas murió la madre de nuestro Delegado Episcopal de Cáritas. Han sido muchas despedidas, demasiadas.

Tantas despedidas me han hecho pensar lo importante que es estar preparados para cuando llega el momento de decir adios. Todo tenemos tarde o temprano que vivir el doloroso hecho de despedir a alguien querido. Si no tenemos un buen soporte, el envite de la muerte puede hacernos caer de forma violenta. En mi caso la fe es el mejor soporte que conozco. Cuando murió mi padre fue el consuelo fundamental. Sin obviar que la despedida física supone una tristeza real e irreprimible, la fe ofrece el mejor soporte que puedo imaginar.

El año dos mil ocho ha estado lleno de despedidas. Sin embargo, ahora que se acerca el dos mil nueve deseo que en este año que está pronto a llegar podemos decir muchas veces "Hola" y demos muchas veces la bienvenida. Que la vida se abra camino y que nuestros "adioses" se conviertan en muchas "holas".

Hasta la próxima suerte y bendiciones.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y vivimos el momento del adiós, el adiós a mamá. Compartiste conmigo su enfermedad y me ayudaste en todos los sentidos: en lo práctico y en lo espiritual. Fue un proceso largo y nos dio tiempo, como dices, a prepararnos para afrontarlo de la mejor manera posible. El conocer a Salvador Pellicer y las enseñanzas que nos dejó fue crucial. A todos los que vivan una situación similar, les diré lo mismo que un día nos dijo Salvador, la enfermedad es innegable, lo que debemos aprender es a vivir con ella y sacar partido de esa oportunidad que la vida nos da. Nosotros asi lo hicimos y vivimos lo más cerca posible de mamá, que siempre vivirá en nuestro corazón. Nunca podré olvidar la grandeza de tu amor.