sábado, 21 de marzo de 2009

Una noche en la ópera


El pasado jueves, día del padre, Inés y yo tuvimos la oportunidad, gracias a un buen amigo, de asistir al estreno mundial de la ópera "El libro de los Reyes". A las nueve de la noche ocupamos nuestras localidades y con cierto nerviosismo miramos cómo estaba el Gran Teatro Falla. Nos pareció que, para ser un estreno mundial, el aforo era bastante escaso. Luego comprendimos por qué.

Había tenido una especie de aviso de lo que iba a suceder esa noche. Cuando me dirigía a recoger la entradas oía en la radio una emisión de una representación de la ópera La Traviata. Esta ópera de Verdi se estrenó en Venecia en marzo de 1853. Diversas causas hicieron que la primera representación fuera un absoluto fracaso. Cantantes inapropiados, un vestuario defectuoso, y, especialmente, el hecho de que el libreto propusiera como protagonista a una mujer a la que la moralista sociedad de la época considerara una apestada. Todo eso hizo que La Traviata fuera un fracaso en ese momento. Cuando empezó la ópera a la que asistía con Inés, el aviso se convirtió en realidad. No hubo aplausos entre acto y acto y el aplauso final fué más un compromiso que un reconocimiento.

El libro de los Reyes es una metáfora sobre la incomunicación entre el mundo de los adultos y los niños. Un Rey tiene que escribir un discurso y el libro que lo ayuda en estos temas ha sido robado de la corte. Nadie sabe qué ha pasado y los niños que lo han descubierto no son escuchados. Sólo cuando el Rey recupera su espíritu de niño, el libro aparece y se reestablece la armonía y el equilibrio. Es interesante la metáfora, el problema es que si no lo lees en el folleto que te dan a la entrada, no te enteras de nada. Por lo menos nosotros.

El argumento y la orquesta bien, pero la escenografía, el vestuario y todo lo demás corresponden a lo que ahora se encuadra en el arte contemporáneo y, sinceramente, no nos gustó mucho. Creo que al poco público que quedó al final de la representación, pues muchos abandonaron sigilosamente, incluido del palco municipal, antes de que cayera el telón, tampoco.

Sin embargo, la velada resultó magnífica. Un jueves, un amigo que te regala entradas para la ópera, los dos solos, un paseo en una noche primaveral, unas tapas deliciosas, una conversación sin interrupciones ¿qué más se puede pedir?

Espero que "El libro de los Reyes" siga la misma suerte que La Traviata, que, después de su inicial fracaso, se convirtió en la más conocida y reconocida ópera de Verdi y, posiblemente, de la historia de la ópera. Si eso ocurre, lo dudo, seguramente nosotros no lo veamos.

Al menos nos quedaremos con la enseñanza de la historia. Mientras estemos a tiempo, padres, hablen y, especialmente, escuchen a sus hijos, hijos, escuchen y hablen con sus padres.

Hasta la próxima, suerte y bendiciones.

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