martes, 15 de febrero de 2011

Goya va al cine, yo no...


El domingo pasado se celebró en el Teatro Real de Madrid la XXV Gala de los Premios Goya 2001, que distinguen lo mejor, para el gusto de los miembros de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, del cine español. A mi mujer y a mí, nos gusta ver la gala por que nos gusta el cine español, bueno, tengo que reconocer que a mi mujer le gusta más que a mí, y que sería más correcto decir que a mí, me gusta alguna que otra película del cine español. La gala prometía, o eso se me figuraba yo, por ser la correspondiente al veinticinco aniversario, pero a la vez que pasaban los minutos y las horas, se me fue yendo la promesa al cubo de la basura. Salvo algún que otro momento original por parte de Buenafuente, lo demás era previsible y, desgraciadamente, aburrido. Pensaba que por ser el cumpleaños número 25 de la gala, ésta sería emotiva, simpática y entre premio y premio, se rendiría un homenaje no sólo a los que han hecho cine en los últimos 25 años, sino a los que, desde el principio del cinematógrafo, han hecho posible que haya cine español aún. Craso error, se ve que no respiramos el mismo aire los guionistas de la gala y yo. El colmo fue, cuando el realizador de Televisión Española, "boicoteó" el tiempo que dedican a recordar a los que se fueron al "cielo de los cineastas".

El premio del cine español lleva el nombre de unos de los pintores más significativos de la pintura española. Los académicos eligieron a Goya por que veían en sus pinturas imágenes cinematográficas. En la actualidad, las películas que se hacen parecen pertenecer a la etapa negra del pintor en la que la guerra y su enfermedad le hacen ver la vida como algo lleno de sufrimiento. Es evidente que a mí la etapa que me gusta es la del Goya vitalista de los primeros años, en los que el pintor reflejaba a una España ilustrada, viva, llena de luces y razón.

Con respecto a las películas nominadas, y algunas premiadas, no puedo decir que me gusten. Demasiada muerte, demasiado posguerra, demasiada tristeza... Comprendo que el cine tiene que reflejar la realidad, y que ésta está saturada de violencia, pena y tragedia, pero, también es verdad, que la realidad tiene amor, alegría y paz. Creo que el cine tiene el poder de cambiar la realidad y hacer que cuando me coloco ante la gran pantalla, prefiero que más que encogerme el alma, me ensanche la sonrisa, vamos que, donde se ponga una buena comedia de Colomo, Gómez Pereira o Almódovar, que me dejen de tanto "pan negro", de tanto "enterrado" y de tanta "balada triste de trompeta". Que me perdonen los "goyizados" directores, actores y guionistas, pero yo busco otra cosa en el cine, en el español y en el que no lo es.

No estoy peleado del todo con el cine español, pero si cambiara un poco de temática y de tono vital, quizás nuestra relación sería más estrecha. Esperemos que acerquemos posiciones.

Hasta la próxima, suerte y bendiciones.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Cuanta razón tienes! A mi siempre me gustó el cine de Almodóvar y sus fantásticas expresiones!

Muchas rocas.