sábado, 31 de marzo de 2012

En Semana Santa...


El Domingo de Ramos comienza la Semana Santa. Para muchos son días de vacaciones pero para los cristianos es una semana para contemplar los últimos días de Jesús de Nazaret. 

De las diferentes formas en las que se puede vivir la Semana Santa, desde un punto de vista religioso, creo que la mejor es la lectura de los textos evangélicos y la participación en las celebraciones que hacen memoria de los hechos que vivió Jesús esos días en Jerusalén.

El evangelio de Marcos (capítulos del 11 al 16) secuencia perfectamente la última semana de Jesús. Día a día, Marcos reconstruye, como no lo hace ningún otro evangelio, este periodo de tiempo. Desde la entrada en Jerusalén el Domingo de Ramos hasta los hechos asombrosos del Domingo de Resurrección, podemos conocer los movimientos, hechos y controversias que Jesús protagoniza junto a sus discípulos en estos días tan significativos.

Son días muy intensos, complicados, emotivos, determinantes para Jesús que ha llegado a Jerusalén con la intuición que será la última Pascua que celebre. Atrás quedan los días de los comienzos en Galilea, donde sus seguidores le acompañaban y aprendían de Él. Donde explicaba a la gente sencilla que el Reino de Dios era para ellos, que Dios prefería a los pobres y enfermos ante que a los observantes de la Ley que tenían endurecido el corazón y que solo el amor al prójimo era la garantía para que este mundo tuviera un futuro mejor.

Sin embargo, Galilea ya queda lejos, ante Él tiene a la ciudad de Jerusalén, con su imponente Templo en la cima de la colina. Los sumos sacerdotes, los podersos saduceos y los implacables escribas ya estaban conjurando para matarle antes de que Él llegara y, ahora que lo van a tener entre sus muros, no van a dejarlo escapar.

Todo el proyecto de Dios que Jesús ha venido a traer queda en suspenso por la conjura de los poderosos. La muerte de Jesús será para ellos el punto y final a una propuesta de fraternidad, justicia y libertad. Pero Dios tiene otros caminos, el Dios que sacó a su pueblo de la esclavitud de Egipto, tiene otros planes para Jesús y no lo abandonará a la suerte de la muerte.

El Domingo de Resurrección un sepulcro vacio aguardará la visita de las fieles mujeres que no han abandonado a Jesús. El sepulcro está vacio pues Jesús vive para acompañarnos y caminar junto a nosotros por los siglos de los siglos.


Hasta la próxima, suerte y bendiciones.

Nota: La imágen de cabecera pertenece al Hermano Sylvain de Taizé.

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