No comencé a conocer la provincia de Cádiz hasta que no tuve diecisiete años. Mi padre no conducía y, dado que mi familia no disponía de coche, no salíamos los fines de semana de excursión. Fue cuando empecé a volar solo cuando descubrí lo que había más allá de San Fernando. Gracias a mis nuevas relaciones de esa edad tuve la oportunidad de conocer los paisajes, pueblos y espacios abiertos de la Sierra de Cádiz. Contemplar la naturaleza por las rutas del Pinsapar, El Bosque, Ubrique..., aventurarnos por la zona de la Janda, por las rutas del Picacho, del Monasterio del Cuervo, pero sobre todo, y sin menospreciar lo anterior, para mí el gran descubrimiento fue conocer las playas que se extienden desde Chiclana hasta Tarifa. Los que me conocen saben que un baño en el mar es mi mayor placer. Sin lugar a dudas para mí esos lugares coinciden casi en tu totalidad con el paraíso terrenal. Durante años estuve volviendo todos los veranos unos días de camping a las playas de Zahora en Vejer y los paseos y excursiones se ampliaban a Conil, Barbate, Zahara y Tarifa. Recuerdo un chiringuito en la playa que consistía en un simple techo de cañizo y unas mesas toscas de madera sobre la arena con una radio en la barra que sonaba sin ahogar el ruido de las olas. Todo era sencillo y natural en aquellos días. Las playas estaban casi desiertas de gente y también de hoteles y restaurantes. Se accedía a través de carriles de arena sin asfaltar y la paz y la tranquilidad de aquellos días te trasportaban a lugares lejanos donde la civilización casi aún no había llegado. Sin embargo, los años pasan y la vida cambia. Durante unos años estuve sin ir por allí y, las veces que volví por aquellos lares, ví que las cosas han ido cambiando mucho. Las playas ya no están tan desiertas y aquel chiringuito de la playa es hoy un complejo hotelero llamado Sajoramibeach que nada recuerda aquél que conocí.
Sin embargo, hoy en día, veinte años despues de lo que os cuento, a pesar de todo, aún merece la pena ir por allí. En meses no de temporada alta aún se puede disfrutar de playas desiertas y de paisajes perdidos. Os lo recomiendo.
Hasta la próxima suerte y bendiciones.
3 comentarios:
Aunque soy un poco más joven que tú, recuerdo perfectamente el paraiso que nos has descrito. En mi caso también me viene a la memoria, cuando aún no había puerto en Conil y estaban los botes de los pescadores sobre la arena en las playas y nos quedabamos después de la puesta de sol a echar la "red a pie" para hacer la barbacoa. Sin duda momentso inolvidables. Gracias por recordármelos
Es cierto que el sajorami es uno de los sitios mas chulos de toda la costa de la Janda pero también es excesivamente caro el alojarte allí. Una cabaña de madera a pie de playa te cuesta la semana 2.500 €, ¡una exageración". Con ese dinero me voy al Caribe y vuelvo y seguro que me sobra dinero y todo.
A veces no entiendo por qué vivir en la naturaleza sale tan caro. Besos
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