sábado, 3 de abril de 2010

El sepulcro está vacío...

En la mañana del domingo, las mujeres salieron a embalsamar el cuerpo de Jesús. Las que lo habían seguido en vida, querían ocuparse también de su Maestro y Señor tras la muerte. Iban preocupadas por quién les descorrerá la losa que cubre la entrada del sepulcro. Nada les hacía presagiar lo que iban a encontrar. Los sucesos de los días anteriores habían ocurrido muy rápido. Jesús había sido apresado y había muerto en una cruz. Como llegaba el Sábado habían puesto su cuerpo en un sepulcro sin tiempo para embalsamarlo.

Pero cuando llegan al sepulcro, la piedra está corrida, el sepulcro está vacío. La luz blanca ha cubierto el huerto donde fue enterrado. Ya no está aquí. No busquéis al que vive entre los muertos. Dios que tomó el espíritu de su hijo en la cruz, lo ha resucitado. La confianza de Jesús en su Padre ha encontrado respuesta y su Padre lo ha arrancado de la muerte. La sorpresa fue grande, tan grande que las mujeres fueron corriendo a contar a los apóstoles esta gran noticia. María Magdalena, María la de Cleofás y Salomé se convierten en las primeras en anunciar la gran noticia.

El mensaje de las mujeres es claro: Id a Galilea, allí le veréis, él va por delante de vosotros. Allí encontraréis al Resucitado.

Hoy nosotros también somos invitados, tras acompañar a Jesús en su muerte y resurrección, a ir a Galilea a buscarlo. Hoy, Galilea para nosotros es el lugar de la vida cotidiana, el lugar donde vivimos el día a día, el lugar donde nos encontramos con la realidad, con los demás. Allí está Jesús esperándonos. El Resucitado nos ayuda a ver la realidad de otra manera. Los que sufran una experiencia de Viernes Santo en su vida, que sepan que hay un Domingo de Resurrección para todos, especialmente para ellos. La muerte ha sido derrotada, la vida ha vencido. Desde hoy, nosotros podemos también hacer que nuestra Galilea de hoy, de mañana, sea un poco más como Jesús quería que fuera: un lugar y un tiempo de justicia, alegría y amor.

Hoy la tierra se llena de velas encendidas que simbolizan que el Resucitado vive entre nosotros. Esas velas permaneceran encencidas a lo largo del año para iluminar nuestro camino. A pesar de que haya sombras y la noche nos alcance, la luz del Resucitado nos ilumniará el camino y nos acompañará hasta el final del camino.

¡Cristo ha resucitado! Aleluyas y Felicidades para todos.

Hasta la próxima, suerte y bendiciones.

1 comentario:

ODAMAE dijo...

FELIZ PASCUA y "moito obrigada" por las entradas blogueras de estos días, ayudan a entender mejor el misterio que hemos vivido y que a veces se nos hace lejano...Vamos todos a Galilea,con la certeza de que el Amor es el camino y la vida le ha ganado a la muerte.