sábado, 25 de septiembre de 2010

Un nuevo otoño...


He salido a hacer unos recaditos y me he encontrado de repente con el otoño en mitad de la calle. El sol lucía en el cielo azul, pero ya no tenía el color del verano, y de pronto una ráfaga de viento ha hecho que cientos de hojas empezaran a caer de los árboles. Ha sido un momento, pero me ha corroborado lo que ya sabía, que el otoño está aquí. Sin embargo, tenía planes para ir a la playa y, aunque el viento era fresquito, no he dejado de hacerlo. Y no sé si será el último; en estos días el tiempo cambia muy de repente, pero el baño que nos hemos dado mi hijo y yo ha sido estupendo.

Por delante quedan tres meses de otoño que se presentan intensos. Hasta que las fiestas de Navidad nos introduzcan en el invierno, la caída de la hoja viene llena de buenas intenciones tras el verano, de nuevos retos, de nuevas inquietudes. Algunos se malograrán, por una u otra razón, pero muchos verán la meta y nos harán ser más y mejores.

Por defecto el otoño se entiende como un tiempo de melancolía y nostalgia. Los días se acortan, el sol se nos oculta, y nuestro ánimo tiene tendencia a añorar otros días, otros tiempos, otros lugares más luminosos. Pero, ¿por qué decaer si el otoño tiene un montón de posibilidades? Desde esta entrada reivindico un otoño de colores, un otoño lleno de la luz del encuentro con los amigos, con los nuevos planes, con los nuevos desafíos. No olvidemos que aunque la hoja caiga, el árbol sigue vivo.

Hasta la próxima, suerte y bendiciones.

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